Fin de Semana en Lisboa
La sensación que se vive paseando por las calles de Lisboa es que aquí el tiempo se ha detenido. Todo parece ser muy tranquilo y las horas se van muy despacio paseando por las callecitas de los barrios de la ciudad. Aún teniendo el poco tiempo de un fin de semana, Lisboa ofrece muchas diversiones al alcance de todos.
La característica más evidente de la ciudad son sus continuas subidas y bajadas, las enarboladas calles llevan a miraderos de donde se puede dominar todo el paisaje de la ciudad. Las empinadas escaleras, pueden ser muy fatigosas, mejor optar por las funiculares que llevan encima en pocos minutos.
Dejándose llevar por el tranvía 28, se domina la ciudad desde los raíles. Perfectamente conservado como si hubiera salido de una película de los años 30, este trenecito conduce en los ángulos más atractivo del casco histórico. Ideal para ir tomando fotos mientras se para frente a la Basílica da Estrela, y al Jardim da Estrela, siguiendo su recorrido hacia el barrio de Alfama, y por delante de la Catedral románica Sé. El recorrido puede durar menos de una hora, y dar la posibilidad de ver muchos de los sitios más atractivo de la ciudad.
La ruta del tranvía 28 lleva el viajero al barrio de Alfama. Este barrio morisco de callecitas es perfecto para regalarse una pausa para un almuerzo de sardinas fresca, en cualquier rincón se pueden encontrar parrillas chisporroteando al aire libre. El barrio de Alfama es encantador de día, con sus atractivos edificios de ladrillos y las fachadas de azulejos de colores, destacan las Igreja de Sao Vicente y la Casa dos Bicos.
El sábado por la noche el barrio de los moriscos irradia toda su magia cuando las notas del fado se liberan expresando la verdadera alma lisboeta. Los sitios más representativos donde escuchar fado son el Clube de Fado y A Baiuca, aquí los fadistas tocan su música apasionada por toda la noche.
La ciudad se despierta por la noche y también el Bairro Alto ofrece muchas diversiones para los amantes de la fiesta. Aquí se puede encontrar toda clase de diversiones, aliñadas de buen rollo y alegría. Pequeños restaurantes y bares de copas se suman uno al lado de otro alrededor de las calles Rua do Norte, Rua da Atalaia y Rua do Diário de Notícias. Un sitio muy atractivo pero fuera de los recorridos habituales de las fiestas nocturna, es el Pavilhao chines. Muy por arriba en el Bairro Alto, este bar es perfecto para tomar un chupito de ginjinha rodeados por miles de extraordinarias colecciones de todos tipos de miniaturas y juguetes de un tiempo pasado.
El domingo por la mañana es ideal para una visita tranquila y relajada del Mosterio dos Jerónimos. Situado en el barrio de Belém, este asombroso monasterio del siglo XVI es todo un espectáculo. La obra manuelina sorprende por sus filigranas de piedra y se caracteriza por una vistosidad fuera de lo común. En el respeto de las tradiciones lisboetas, será necesario pararse en la Antiga Confeitaria de Belém para saborear un pastéis de nata, tartaletas de crema espolvoreadas de deliciosa canela y azúcar caramelizado, junto con un café, o como se dice aquí una bica.
Un poco fuera de la ciudad está el Palácio dos Marqueses de Fronteira con sus especiales azulejos que adornan el jardín y las paredes del palacio con su estilo majestuoso.
Las afueras de Lisboa también merecen una visita. Sintra, Cabo da roca y Cascais son entre las metas más interesantes de los alrededores.