Viaje a Huacachina, desierto Peruano
A cinco horas de Lima, se encuentra un lugar que, a unos ojos inexpertos y desencantados, parece un espejismo. En realidad, estamos frente a Huacachina, un óasis en el medio del desierto peruano en la provincia de Ica, en el suroeste de Perú. El pueblo se contruyó alrededor de un lago natural y se le conoce como «óasis de América». La leyenda cuenta que la laguna fue creada cuando una hermosa princesa fue raptada por una jóven cazador mientras se bañaba. Ella logró volar lejos, haciendo que el charco se convirtiera en lo que es hoy y creó las dunas de arena. Se rumorea que esta mujer sigue viviendo allí bajo forma de sirena.
En los años 40, este lugar llegó a ser un spa popular entre los peruanos ricos de la capital Lima. Se creía que sus aguas tenían poderes curativos. Por eso, se construyeron muchos hoteles de lujo, un parques y las calles.
Los turistas aquí pueden hacer muchas actividades diferentes, como el sandboarding, o sea la versión en arena del snowboard, o también recorrer las dunas en dune buggy. Pero no es todo aventura aquí. A pocos minutos del pueblo hay unas cuantas bodegas y fábricas de pisco, un aguardiente a base de uvas. Aquí los visitantes pueden observar el proceso de producción de la bebida nacional de Perú, que se introdujo a partir de la Conquista. De hecho, las uvas se trajeron aquí de Europa.
Para los interesados en la historia, hay también un pequeño museo arqueológico donde se encuentran momias, objetos en cerámica creados por antiguas tribus de la costa y tejidos de mucho valor, que a menudo se roban del museo.
A dos horas de aquí hay uno de los lugares más misteriosos del mundo: las líneas de Nazca, un trozo de desierto donde los antiguos habitantes rasparon figuras gigantes en la piedra, en particular con referencias al mundo animal. Por supuesto, para poderlas ver en su totalidad y belleza es necesario alquilar un vuelo en un Cessna desde Ica, Pisco o Nazca.
Viajar a este rincón de Perú significa enfrentarse a una nueva aventura, a lugares misteriosos y encantados. Una experiencia inexplicable y para unos pocos elegidos, que preferieren visitar sitios desafiantes, en el cuerpo y en el espíritu. Es volver a descubrir un mundo desconocido.