Recorrido por las mejores pastelerías de Madrid
Probablemente, una de las costumbres más conocidas de España en todo el mundo es el tapeo, pero la cocina española, y en particular la de su capital, puede satisfacer también el lado más dulce de cada turista. De hecho, la repostería española tiene mucho que ofrecer, sobre todo en Madrid.
A los habitantes de esta ciudad se les llama a veces manoloso o manolitos, así que para empezar este recorrido imaginario hace falta probar la Pastelería Manolo, donde se pueden saborear unos pequeños croissants que se llaman… ¡manolitos! Tiene tres direcciones: Conde de Peñalver 68, Mercado de Chamartín, local 1. Bolivia 9 y Plaza de Santa Bárbara 4.
Para vivir una experiencia que os llevará a tiempos lejanos, hace falta entrar en Casa Mira, una de las más antiguas pastelerías de Madrid, cerca de la Puerta del Sol, así que se puede también disfrutar de la vista de una de las zonas más exclusivas de la ciudad. Los productos más conocidos son peladillas, turrones y mazapanes. Otra tienda que lleva más de un siglo de actividad es La Duquesita, en la Calle de Fernando VI 2, donde trabaja un grande pastelero español, es decir Oriol Balaguer, cuya especialidad son los bombones y las palmeras de chocolate. El mismo repostero tiene su propia pastelería en la Calle de Ortega y Gasset 44, pero aquí el consumidor va a vivir una experiencia totalmente diferente, como si estuviera en una boutique.
Siguiendo por el recorrido histórico, en la Calle Mayor 10 se encuentra El Riojano, que lleva más de siglo y medio de actividad. Aquí lo que importa es la tradición en la preparación y en los dulces mismos. De hecho, los más apreciados son el sempiterno roscón de Reyes, las torrijas, las monas de Pascua y los polvorones. Pero si en particular os gusta el chocolate, entonces hay que pararse en Moulin Chocolat, en la Calle Alcalá 77, justo en frente del Parque del Retiro. Aquí el gusto francés se encuentra con el gusto español, dando vida a los macarones más conocidos y apreciados de Madrid. Sin embargo, si sois celiacos, en la Calle Barquillo 19 y en la calle Hortaleza podéis gozar un poco en Celicioso, donde desayunar o merendar en tranquilidad y sin preocupación.
Si queréis probar algo desconocido y fuera de lo común, entonces tenéis que moveros hasta la Calle Mesonero Romanos 17, donde se encuentra una pastelería japonesa. En Panda Patisserie podéis probar wagashi, anpan dorayaki, mochi, cheesecake de yuzu con petazeta, tés orgánicos o macarons de fresa con flor de sakura. Por supuesto, todo se presenta siguiendo el minimalismo oriental, sin renunciar al gusto. Aunque no os guste la cocina japonesa en general, estos dulces os harán cambiar un poco vuestra opinión sobre los gustos de este pueblo.